Cuando la noche trae soledades, y la luna se oculta, los miedos afloran en la piel y en la sangre, los sinsabores de la vida se convierten en agonía, el suave murmullo en fantasmas, que habitan en el alma.
Los miedos carcomen, los sueños y las esperanzas, el temor de no enfrentar los ocasos del corazón, el temor de extinguir el amor por no enfrentar los obstáculos que se presentan en el transcurso de nuestras vidas.
Los miedos a los fracasos, que no queremos aceptar, por el orgullo de no admitir que nos envuelve la cobardía, el miedo a no saber que podría acontecer, si diéramos el primer paso de valor ante la adversidad.
Por miedo perdemos el presente, el futuro, el amor, la alegría o los sueños, por miedo dejamos morir al ser que anhelamos, asta cuando seguiremos buscando excusas para lanzarnos a vivir de verdad, los miedos son los obstáculos que no queremos derribar.
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