miércoles, 7 de enero de 2009

El tren de la vida

Un día leí un libro que comparaba la vida con un viaje en tren. Una
comparación extremadamente interesante, cuando es bien interpretada.
Interesante porque nuestra vida es como un viaje en tren, llena de
embarques y desembarques, de pequeños accidentes en el camino, de sorpresas
agradables, con algunas subidas y bajadas tristes.

Cuando nacemos y subimos al tren, encontramos dos personas queridas que
nos harán conocer el viaje hasta el fin: nuestros padres. Lamentablemente,
ellos en alguna estación se bajarán para no volver a subir más.
Quedaremos huérfanos de su cariño, protección y afecto. Pero, a pesar de
esto, nuestro viaje debe continuar; conoceremos otras interesantes
personas y durante la larga travesía, subirán nuestros hermanos, amigos y
amores.

Muchos de ellos solo realizarán un corto paseo, otros estarán siempre a
nuestro lado compartiendo alegrías y tristezas. En el tren también
viajarán personas que andarán de vagón en vagón para ayudar a quien lo
necesite. Muchos se bajarán y dejarán recuerdos imborrables. Otros, en
cambio viajarán ocupando asientos, sin que nadie perciba que están allí
sentados. Es curioso ver cómo algunos pasajeros, los que queremos,
prefieren sentarse alejados de nosotros, en otros vagones. Eso nos obliga
a realizar el viaje separados de ellos. Pero eso no nos impedirá, con
alguna dificultad, acercarnos a ellos. Lo difícil es aceptar que, a pesar
de estar cerca... no podremos sentarnos juntos, pues muchas veces otras son
las personas que los acompañan.

Este viaje es así, lleno de atropellos, sueños, fantasías, esperas,
llegadas y partidas. Sabemos que este tren sólo realiza un viaje, el de
ida. Tratemos, entonces de viajar lo mejor posible, intentando tener una
buena relación con todos los pasajeros, procurando lo mejor de cada uno
de ellos, recordando siempre que, en algún momento del viaje, alguien puede
perder sus fuerzas y deberemos entender eso. A nosotros también nos
ocurrirá lo mismo y seguramente alguien nos entenderá y ayudará. El gran
misterio de este viaje es que no sabemos en cual estación nos tocará
descender. Pienso: cuando tenga que bajarme del tren ¿sentiré añoranzas?
Mi respuesta es SÍ; dejar a mis hijos viajando solos será muy triste.
Separarme de los amores de mi vida será doloroso.

Pero tengo la esperanza de que, en algún momento, nos volveremos a
encontrar en la estación principal y tendré la emoción de verlos llegar con
mucha más experiencia de la que tenían al iniciar el viaje. Seré feliz al
pensar que en algo pude colaborar para que ellos hayan crecido como buenas
personas. Ahora, en este momento, el tren disminuye la velocidad para que
suban y bajen personas. Mi emoción aumenta a medida que el tren va
parando... ¿quién subirá?, ¿Quién será?.. Me gustaría que TÚ pensases que
desembarcar del tren, no es sólo una representación de la muerte o el
término de una historia que dos personas construyeron y que por motivos
íntimos dejaron desmoronar.

Estoy feliz de ver como ciertas personas, como nosotros, tienen la
capacidad de reconstruir para volver a empezar. Eso es señal de lucha,
garra y saber vivir es poder obtener lo mejor de todos los pasajeros.
Agradezco a DIOS porque estemos realizando este viaje juntos y, a pesar de
que nuestros asientos no estén juntos, con seguridad el vagón es el mismo.
El de la amistad.

No hay comentarios: